¿Quién decís que soy Yo?
Esta semana, ya acabando con los discursos del Papa, hemos empezado a analizar la Homilía de la Santa Misa de la JMJ en Cuatro Vientos. En ella el Papa empieza diciendo que con la celebración de la Eucaristía se llega al momento culminante de la JMJ. Millones de jóvenes, tras las diversas actividades que se han llevado a cabo y, sobre todo, tras la vigilia del día anterior, celebran por fin la Eucaristía con el Papa.
Remarco la vigilia por, como comentó don Antonio, ser un acto del que el Santo Padre tuvo que irse llorando conmovido por la muestra de fe de los millones de jóvenes que allí se congregaban tal y como diría el cardenal Rouco Varela más tarde.
Pero la Eucaristía no es sólo el momento culminante de la JMJ. También es el momento culminante de nuestras vidas cada semana. Y es que, no habría que acostumbrarse a este milagro. Habría que vivir cada misa como la primera, la única y la última misa. Pues la Eucaristía es la fuente y el culmen de la fe cristiana. En cada Eucaristía Dios viene y se encuentra con cada uno de nosotros. No viene a quitarnos nada, sino a dárnoslo todo. Porque Dios no es algo que te quite tiempo o cosas materiales, Dios es alguien, alguien que siempre estará a tu lado y nunca te abandonará. Tal y como dice el Santo Padre en la homilía: “Sí, el Señor os quiere y os llama amigos suyos. Él viene a haceros partícipes de su relación íntima con el Padre.”
En relación a la importancia de la Eucaristía, don Antonio nos contó la historia de san Tarsicio, santo de los niños que realizan la primera comunión. San Tarsicio murió siendo niño huyendo de los romanos. Huía de ellos porque estos le instaban a enseñarle lo que llevaba entre las manos. En la persecución san Tarsicio murió. Cuando los romanos le abrieron las manos descubrieron que lo que llevaba entre ellas era la Sagrada Forma.
“Pero, ¿Quién es el realmente? ¿Cómo es posible que alguien que ha vivido sobre la tierra hace tantos años tenga algo que ver que ver conmigo?” Pues bien, hay dos maneras de conocer a Cristo. Según lo que dice la gente o según la experiencia propia vivida por cada uno. Los que lo conocen según lo que dice la gente no lo verán más que como un personaje religioso más. El resto, tendrán la suerte de vivir una experiencia de fe.
Fe que es un don de Dios, que se recibe por iniciativa de Dios. Fe, cuya primera confesión es la de Pedro: “Y vosotros, ¿Quién decís que soy yo?”, “Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo”. Fe que es una relación personal. Fe que es para toda la vida. Fe con la que Dios te toca el corazón. Fe con la que se sigue a Dios y a Cristo, porque un cristiano no sigue los mandamientos, sigue a Cristo. Fe que es algo actual, tal y como la entendemos nosotros. Que no nos es ni un rollo ni un kit kat.
Pero, si es actual, ¿Por qué cuesta tanto vivirla y comunicarla? Hoy en día hay mucho ruido, se vive con muchas prisas y la gente ni se lo plantea, ni se para a planteárselo. Por eso hay que atreverse a ir contracorriente. Por eso las iglesias evangélicas están ganando muchos adeptos. Porque no tienen miedo a predicar su fe. No les da vergüenza meter a Dios en sus conversaciones. Y es que, la gente siempre busca algo, se agarran a fetichismos y zodíacos. Gente, que al final está vacía. Gente, que siguiendo vacía tras cierta edad, no sabe qué hacer con sus vidas.
Por eso, me gustaría acabar esta crónica con las palabras del Papa. Para hacer ver que la fe es algo actual y que en nosotros está el que lo siga siendo. Cuándo Él os dirija a vosotros la pregunta: “Y vosotros, ¿Quién decís que soy yo?” “Decidle: Jesús, yo sé que Tú eres el Hijo de Dios que has dado tu vida por mí. Quiero seguirte con fidelidad y dejarme guiar por tu palabra. Tú me conoces y me amas. Yo me fío de ti y pongo mi vida entera en tus manos. Quiero que seas la fuerza que me sostenga, la alegría que nunca me abandone.”
Remarco la vigilia por, como comentó don Antonio, ser un acto del que el Santo Padre tuvo que irse llorando conmovido por la muestra de fe de los millones de jóvenes que allí se congregaban tal y como diría el cardenal Rouco Varela más tarde.
Pero la Eucaristía no es sólo el momento culminante de la JMJ. También es el momento culminante de nuestras vidas cada semana. Y es que, no habría que acostumbrarse a este milagro. Habría que vivir cada misa como la primera, la única y la última misa. Pues la Eucaristía es la fuente y el culmen de la fe cristiana. En cada Eucaristía Dios viene y se encuentra con cada uno de nosotros. No viene a quitarnos nada, sino a dárnoslo todo. Porque Dios no es algo que te quite tiempo o cosas materiales, Dios es alguien, alguien que siempre estará a tu lado y nunca te abandonará. Tal y como dice el Santo Padre en la homilía: “Sí, el Señor os quiere y os llama amigos suyos. Él viene a haceros partícipes de su relación íntima con el Padre.”
En relación a la importancia de la Eucaristía, don Antonio nos contó la historia de san Tarsicio, santo de los niños que realizan la primera comunión. San Tarsicio murió siendo niño huyendo de los romanos. Huía de ellos porque estos le instaban a enseñarle lo que llevaba entre las manos. En la persecución san Tarsicio murió. Cuando los romanos le abrieron las manos descubrieron que lo que llevaba entre ellas era la Sagrada Forma.
“Pero, ¿Quién es el realmente? ¿Cómo es posible que alguien que ha vivido sobre la tierra hace tantos años tenga algo que ver que ver conmigo?” Pues bien, hay dos maneras de conocer a Cristo. Según lo que dice la gente o según la experiencia propia vivida por cada uno. Los que lo conocen según lo que dice la gente no lo verán más que como un personaje religioso más. El resto, tendrán la suerte de vivir una experiencia de fe.
Fe que es un don de Dios, que se recibe por iniciativa de Dios. Fe, cuya primera confesión es la de Pedro: “Y vosotros, ¿Quién decís que soy yo?”, “Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo”. Fe que es una relación personal. Fe que es para toda la vida. Fe con la que Dios te toca el corazón. Fe con la que se sigue a Dios y a Cristo, porque un cristiano no sigue los mandamientos, sigue a Cristo. Fe que es algo actual, tal y como la entendemos nosotros. Que no nos es ni un rollo ni un kit kat.
Pero, si es actual, ¿Por qué cuesta tanto vivirla y comunicarla? Hoy en día hay mucho ruido, se vive con muchas prisas y la gente ni se lo plantea, ni se para a planteárselo. Por eso hay que atreverse a ir contracorriente. Por eso las iglesias evangélicas están ganando muchos adeptos. Porque no tienen miedo a predicar su fe. No les da vergüenza meter a Dios en sus conversaciones. Y es que, la gente siempre busca algo, se agarran a fetichismos y zodíacos. Gente, que al final está vacía. Gente, que siguiendo vacía tras cierta edad, no sabe qué hacer con sus vidas.
Por eso, me gustaría acabar esta crónica con las palabras del Papa. Para hacer ver que la fe es algo actual y que en nosotros está el que lo siga siendo. Cuándo Él os dirija a vosotros la pregunta: “Y vosotros, ¿Quién decís que soy yo?” “Decidle: Jesús, yo sé que Tú eres el Hijo de Dios que has dado tu vida por mí. Quiero seguirte con fidelidad y dejarme guiar por tu palabra. Tú me conoces y me amas. Yo me fío de ti y pongo mi vida entera en tus manos. Quiero que seas la fuerza que me sostenga, la alegría que nunca me abandone.”
Luis Losada Borrero
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