miércoles, 22 de febrero de 2012

Y tú eres Pedro…

Y tú eres Pedro…


Después de la primera profesión de fé de la Iglesia, Jesús responde inmediatamente cambiando el nombre de Simón, dándole una nueva misión en esta vida, pues tan profundo significado tiene el nombre de una persona según la tradición oriental. 
“Y tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”. La Fé en el Mesías Hijo de Dios vivo es inseparable de su Iglesia, fundada sobre la roca de la fé de Pedro, que a su vez es don gratuito del Padre.
Escuchamos a menudo aquello de “Yo creo en Jesús pero no en la Iglesia”, normalmente identificando a la Iglesia con los sacerdotes u obispos. ¡Pues no señor! La Iglesia somos tú y yo, el grupo completo, la parroquia, la diócesis y así hasta llegar al Papa. Porque Jesús ha querido servirse de todos nosotros. Jesús confía en los hombres para actuar a través de ellos en la historia, aunque sepa que a veces le fallaremos. Jesús nos ha elegido a todos los que formamos su Iglesia para formar su Cuerpo Místico siendo consciente de nuestras debilidades. Exactamente igual que al elegir a Pedro sabía que le iba a negar.
Cuando sentimos así que somos la Iglesia del Señor, nos damos cuenta que no podemos vivir la fé por libre. Nos jugamos mucho. Como dice el Papa: “Quien cede a la tentación de ir ‘por su cuenta’ o de vivir la fe según la mentalidad individualista, que predomina en la sociedad, corre el riesgo de no encontrar nunca a Jesucristo, o de acabar siguiendo una imagen falsa de Él. Tener fe es apoyarse en la fe de tus hermanos, y que tu fe sirva igualmente de apoyo para la de otro”. Esto es una diferencia fundamental del católico con los protestantes, que viven su fé de un modo individualista. 
Amar a la Iglesia, es amar también a nuestra madre porque en ella hemos sido engendrados en la fé, y en ella nuestra fé va creciendo y fortificándose gracias al continuo trato con el Señor y con nuestros hermanos. Y como a nuestra madre, a la Iglesia se le ama con sus virtudes y sus defectos, pero que nadie me toque a mi madre. Al igual que a una madre no se la desprecia por sus defectos ni se le abandona, del mismo modo debemos comportarnos con la Iglesia. Si vemos defectos en ella, trabajar y rezar por pulirlos, pero con cariño y delicadeza infinitas y siempre desde dentro.
Y nos sigue diciendo el Papa: “no os guardéis a Cristo para vosotros mismos. Comunicad a los demás la alegría de vuestra fe. El mundo necesita el testimonio de vuestra fe”. Con plena sintonía con Pablo VI, que también decía que el mundo de hoy no quiere maestros, quiere testigos. Esta sintonía nos manifiesta una vez más la vigencia eterna del magisterio de Pedro. En Roma hay un punto de unión entre cielo y tierra, y ése es el Papa. Querer a la Iglesia es también querer al Papa, y rezar por él, que también lo necesita.
Antes de terminar, hubo un pequeño coloquio. Don Antonio preguntó primero por qué nos da vergüenza la Iglesia, tantas veces. Ante esto Ángel lo justificó en la privacidad del sentimiento del amor, pero José Manuel señaló que nos faltan líderes y compromiso, a lo que don Antonio añadió que en el día a día no solemos dar una imagen atractiva, opuesta a la alegría mostrada en la JMJ. Para terminar, preguntó nuestro cura acerca de cómo creemos que siendo Iglesia podemos llegar a la gente de nuestra edad. Antonio apuntó hacia una fe firme y alegre pero que ejerza esa firmeza con dulzura y sin enfados, opinión corroborada por nuestro director de orquesta. Esto animó a Jaime a invitar a nuestros obispos a aprender a comunicar mejor, al estilo del Papa. Don Antonio sacó a colación las campañas realmente emotivas que hacen los católicos americanos, poniendo como ejemplo el vídeo “Católico regresa a casa”que podemos encontrar ya en nuestra página. Esto suscitó un pequeño debate acerca de cómo casar un cierto marketing de las bondades de la Iglesia con el mandato evangélico “que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu mano derecha” resuelto por don Antonio con la recomendación de aplicar un poco de sentido común a la tarea de ser pescadores de hombres, surgida naturalmente de un corazón que rebosa alegría y amor a Dios.
Como broche final, Jaime nos regaló una pieza de violín por petición popular que gracias a nuestro secretario podemos brindaros a continuación a los que no pudisteis asistir. 

Patricio López-Ladrón

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