miércoles, 12 de octubre de 2011

III CHARLA EN LA PARROQUIA DE LA CONCEPCIÓN INMACULADA



El pasado domingo 9 de octubre nos reunimos el grupo habitual de jóvenes (y no tan jóvenes) en la Parroquia de la Concepción Inmaculada tras asistir a la Misa de 8 de la tarde oficiada por el sacerdote claretiano D. José Márquez y amenizada con un coro del movimiento de la Renovación Carismática.

En esta ocasión tuvimos un nuevo escenario, la azotea de la casa parroquial, entre la propia casa y la Parroquia, donde disfrutamos de un clima muy agradable para tener nuestra charla semanal.
Tras ponernos un poco al día de nuestras respectivas semanas y darle la bienvenida a nuestros nuevos integrantes comenzamos propiamente el tema de la charla que tenía como objeto comentar las palabras del Papa durante el magnífico Vía Crucis celebrado en el Paseo de Recoletos de Madrid durante la JMJ. Todos recordamos ese momento, en el que se habrá visto el más magno Vía Crucis de la historia juntando imágenes que procesionan en las calles de varias ciudades españolas en Semana Santa. Tras las catorce Estaciones de Penitencia había un quincuagésimo paso, el de la Virgen de Regla, de la Hermandad de los Panaderos de Sevilla.

La Oración fue muy emotiva y de una alta plasticidad, pues la Cruz era llevada de Estacion en Estación por diferentes grupos de jóvenes, cada uno con diferentes problemas, como proceder de lugares de especial sufrimiento del Planeta, padecer minusvalías o marginación. El mensaje era claro. Todos unidos llevando la Cruz de Cristo y viendo más allá del sufrimiento, poniendo nuestras esperanzas en Él.

Con base en el discurso de S.S. Benedicto XVI se fueron desgranando diferentes ideas con el hilo conductor de que ser Católico no es un conjunto de normas que nos oprimen y nos hacen infelices, más bien al contrario, es un camino para la felicidad, la paz y la superación. En la actualidad existe la idea de que la vida Cristiana es triste y aburrida, que la moral es una carga, una “cruz” que nos oprime. El error de esta idea postmoderna ha quedado claro en Madrid cuando la tónica general del más de un millón de personas allí reunidas ha sido la alegría. La Cruz no es una carga, la Cruz es el camino de llegar a Dios y es la fuerza arraigada en nuestros corazones para mirar más allá del dolor y ver la salida.
La moral nos da paz interior y felicidad, incluso en los momentos más dolorosos de la vida. Un Cristiano también padece el dolor y la muerte, pero gracias a la Cruz, por la que Jesús nos ha redimido del pecado, vemos la felicidad de estar junto a Él y junto a los demás. El Cristiano no es masoquista, no quiere el dolor, pero lo soporta y lo supera. Nuestro ejemplo debe ser Jesús en el camino hacia el Calvario. Él sufrió todos los golpes y penalidades del camino, tuvo un momento de desesperación (“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”), pero su entrega fue consciente y entrego su vida por todos nosotros. También los Cristianos sufrimos con la muerte de nuestros seres queridos, pero no la tememos porque sabemos que tras nuestro paso por este mundo nos espera la Vida Eterna.
La Cruz tiene una bella simbología. Con su palo vertical une la Tierra y el Cielo, Dios y los hombres. Con el horizontal une a los hombres entre sí, crea comunidad, crea Iglesia. Igualmente el verde es color de esperanza por la Cruz. Si por un árbol entró el pecado en el mundo (el manzano de Adán y Eva) por otro árbol (la Cruz) el pecado ha salido.
La vida Cristiana, por tanto, no es un conjunto de normas inconexas redactadas para someter al hombre, sino un camino de felicidad para liberarlo del sufrimiento y el pecado. El Cristiano sufre el dolor y después descubre un horizonte mayor que le reconforta, pues descubrir a Dios crea más ganas de vivir, la Fe hace que nuestra vida tenga más sentido. No es compatible ser Católico con ser triste pues poseemos la mayor alegría que es conocer a Cristo. La Fe no es individualista, sino compartida. Es nuestra manera de dar la vida por los demás como Jesús la dio por nosotros. Con sinceridad y buscando el bienestar del prójimo. Como decía el autor lituano Lévinas, “Ama a tu prójimo: eso eres tú mismo”. Porque el prójimo es un “Tú en ti”.  “La semejanza de Dios se manifiesta en el tú y no en el yo. El movimiento que nos lleva al prójimo nos lleva también a Dios”

Pero la mejor manera de resumir esta idea sería los versos atribuidos a Santa Teresa de Jesús:
No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en esa cruz y escarnecido,
muéveme el ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera
que, aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y, aunque no hubiera infierno, te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera,
pues, aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.

El amor a Dios a través de la Cruz es tan grande que no necesitamos ni Cielo ni Infierno para ser reconfortados por Él. La Cruz es el único camino para llegar a Dios pues Jesús quiso morir en ella y sufrir por nosotros. Dios es una alegría que vemos claro en los momentos buenos y malos de nuestra vida, en nuestras actividades más cotidianas. Es el Amigo que nunca falla, el que está con nosotros aunque hayamos cometido un error, dispuesto a perdonarnos si lo hacemos con sinceridad y ganas de mejorar.

Tras esta charla de D. Antonio surgieron diferentes ideas y testimonios entre los miembros del grupo. Se contaron experiencias muy cercanas, de mucha esperanza, como la muerte cercana en un ser querido que espera en la tranquilidad de que Dios va a recibirlo.
El propio grupo en sí nos sirve para apoyarnos en el contexto de una sociedad que desprecia los valores cristianos. Jesús se levantó tras cada caída, y así un grupo de Fe nos ayuda a levantarnos de las nuestras.
Tras estos momentos, como viene siendo habitual, rezamos un Ave María y un Gloria y fuimos a tomar unas tapas.
Esta semana, antes de reunirnos de nuevo en la Parroquia, nos veremos en el cumpleaños de D. Antonio, así que ¡allí estaremos para felicitarle!

Antonio López




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