martes, 17 de abril de 2012

La Resurrección



La Resurrección. La mayor fiesta de todo el año. La causa viva de nuestra fe, el principal motivo de esperanza.

Con la Resurrección, Cristo ha vencido a la muerte, al pecado. Y gracias a Él, el hombre también ha vencido. Este es el fundamento de la esperanza cristiana.

Así Jesús, que se ha dejado vencer, Dios lo hace vencedor.

Con este hecho tan grandioso, no podemos dejar de pensar en las personas no creyentes, que aunque las hay de valores extraordinarios, no pueden alcanzar una felicidad completa, pensando que después de este mundo no queda nada, y que nunca más volverán a ver a la gente buena que han estado en sus vidas, aparte de muchas otras carencias.
Sin embargo los creyentes (con todas nuestras dudas, caídas y ofensas) nos mantenemos a flote en una balsa de esperanza, que en muchísimas ocasiones nos hace tocar el Cielo.

La Iglesia celebra la Resurrección y la hace realidad en la Eucaristía del domingo, donde nosotros gozamos que Él es el sentido de nuestra vida y entendemos el significado de nuestra fe.



Adentrándonos en la lectura del Evangelio, cabe resaltar el hecho, como estuvimos hablando en el grupo, de que Jesús se presentara por primera vez a mujeres. Con un papel especial de María Magdalena, de la que había echado tiempo atrás siete demonios.
Llama especialmente la atención este hecho y le da una veracidad impresionante, ya que en el contexto judío de la  época de mentalidad patriarcal, el testimonio de las mujeres en los juicios como testigos, no tenía credibilidad.
Los apóstoles o los hombres de esa época nunca se hubieran inventado un hecho así.

Importante es señalar también la incredulidad de Tomás, con el que en ocasiones los hombres tristemente nos identificamos.
Como comentábamos en el grupo, creer implica responsabilidad, compromiso, coherencia; de ahí que muchos opten  por una vida más "cómoda".
Tenemos que aprovechar el regalo de la fe, que no es sino don de Dios y aceptación libre de la persona, que le dice SI a Dios.
Jesús a Tomás le ofrece una segunda oportunidad, como hace constantemente con nosotros. Le muestra Su Misericordia,le libera de su culpabilidad y le da consuelo y paz a los suyos.
A este segundo domingo de Pascua, después del de Resurrección, Juan Pablo II lo designó como Domingo de la Misericordia Divina.
Así, Jesús, comunicó que, antes del Día del Juicio, nos enviaría el Tiempo de la Misericordia, y si la empleamos con el prójimo, Él la tendrá con nosotros.
Y se cumplió lo que había prometido: "Él había de resucitar de entre los muertos".Por lo tanto demos Gracias porque,¡Cristo está vivo!


Maria Victoria Martínez Moreno

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