viernes, 23 de marzo de 2012

Amar y cuidar toda vida humana





Hoy, domingo 18 de marzo de 2012, comenzamos unas sesiones centradas en la bioética que nos ayudarán a entender y a reflexionar acerca de temas actuales y a darnos argumentos para defender nuestra postura acerca de estos temas.
¿Qué es la bioética? La bioética se entiende como la ciencia que forma parte de la ética y que se refiere a cuestiones de la vida. Es el estudio sistemático de la conducta humana en el ámbito de las ciencias de la vida y de la salud, analizado a la luz de los valores y principios morales.  La bioética tiene por finalidad el análisis racional de los problemas morales ligados a la biomedicina y de su vinculación con el ámbito de derecho y de las ciencias humanas.
Con motivo de la jornada por la vida, que se celebrara el próximo 26 de Marzo, la conferencia episcopal publica un artículo con el lema en el que se centra la jornada este año 2012: "AMAR Y CUIDAR TODA VIDA HUMANA". Se busca con ello promover una cultura a favor de la familia y de la vida. Nosotros nos ayudamos de este artículo para reflexionar acerca del valor de la vida humana.
Recordamos que el primer mandato que Dios dio a Andán y Eva fue: Creced y multiplicaos. La apertura a la vida es señal de ilusión, la ilusión de un mundo que sigue. La vida humana naciente encierra en sí la esperanza de una plenitud, llena de promesas e ilusiones, y aparece ante nosotros como algo único, irrepetible e insustituible cuyo valor no puede ser medido con ningún objeto sin ser siquiera comparable a otra persona. En este sentido cada ser humano tiene un valor absoluto.
Aquella sociedad que no valora la vida humana es una sociedad enferma. Todos los seres humanos somos iguales en el derecho a la vida, derecho que se nos adjudica por la propia ley natural. Esta igualdad es la base de la auténtica relación social que debe fundamentarse sobre la verdad y la justicia reconociendo a cada hombre como una persona y no como una cosa de la que se puede disponer.

Para los cristianos, la encarnación de Jesucristo ha elevado a lo más alto la dignidad de la vida humana. Cuando la vida terrena se entiende como un paso hacia la vida plena y definitiva, cada detalle de esta vida humana cobra un relieve y un colorido sólo comparables a las infinitas riquezas a las que está destinada. Es por esto que la fe descubre al hombre el incalculable valor de la vida. La grandeza y la dignidad de la vida humana exigen su respeto y cuidado desde su inicio en la concepción hasta la muerte natural. Por ello debemos evitar que la cultura de la muerte promueva en la legislación agresiones contra la vida como si fuesen manifestaciones de progreso o incluso como muestras de “humanitarismo” siendo lo realmente progresista la defensa a la vida, la maternidad, y sabiendo que la apertura a la vida es realmente un signo de apertura al futuro.

El ser humano no pierde nunca la dignidad (a pesar de las circunstancias físicas, psíquicas o relacionales que se pueda encontrar a lo largo de su vida). El dolor o las dificultades no justifican la pérdida de la vida de manera que la muerte no debe ser causada, por una acción u omisión, ni siquiera con el fin de eliminar el dolor

La fe confirma y supera lo que intuye el corazón humano: que la vida es capaz de trascender sus precarias condiciones espaciales y temporales, porque está llamada a la vida eterna. La iglesia nos invita a caer en la cuenta de que la familia es el lugar de origen y ocaso de la vida. La vida debe ser valorada y reconocida como tal de manera que no sea la falsa compasión que mata la que tenga la última palabra si no el amor verdadero que vela por la vida a costa del propio sacrifico.

Ángela Rodríguez

No hay comentarios:

Publicar un comentario