Un momento muy significativo durante la JMJ’2011 fue cuando Benedicto XVI entregó a unos jóvenes unas cruces bendecidas por él para que las llevaran por todo el mundo. “Id por todo el mundo y proclamad el Evangelio” (Mc 16, 15). Este es el mensaje del Papa, y lo fue también del Beato Juan Pablo II, que nada más comenzar su Pontificado nos “gritó” a todos: “¡No tengáis miedo! Abrid de par en par las puertas a Cristo”.
De esta manera nos recuerdan aquellas palabras de Jesús a sus discípulos. Todos estamos llamados a Evangelizar. Hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios. Debemos ser ipse Christus, otro Cristo, ¡el mismo Cristo!, porque la Evangelización no es sólo la predicación de la Palabra, sino que los demás vean a Cristo en nosotros.
Sabemos que no es una tarea sencilla, pero también sabemos que contamos con muchas maneras para luchar por parecernos más a Él. En primer lugar el buscar ese encuentro personal con Él. “Que busques a Cristo. Que encuentres a Cristo. Que ames a Cristo”. Cristo te está esperando. Te espera en tu día a día, con tu familia, con tus amigos, en el trabajo, en el Sagrario. Está ahí, esperando a que te acerques a Él. Pero para ello es imprescindible reconocerlo. ¿Y cómo? Para poder encontrar a Cristo tenemos que buscarlo, conocerlo. ¿Y cómo?, puedes preguntarte de nuevo. A través de la lectura del Evangelio, frecuentando los Sacramentos, buscando ese trato personal con Él. Sólo de esta manera podremos ser capaces de amarle y de responder a ese Amor Divino.
Dios está ahí, esperándome, llamándome por mi nombre. Cuenta conmigo. ¿Cómo es mi respuesta a esa llamada?
La amistad con Dios, nuestro día a día y el celo apostólico debe fundirse en una unidad de vida. No debemos llevar una “doble vida”: por un lado mi vida interior, mi relación con Dios, y por otra mi vida exterior (trabajo, amistades, hobbies, etc). Tenemos que ser uno: ipse Cristus. Ser Evangelio viviente.
Es de esta forma como podremos responder a la llamada de Dios.
Benedicto XVI, en un encuentro con jóvenes universitarios en 2010 expresaba un deseo: "Ojalá crezca en cada uno el deseo de tratar personalmente a Jesucristo, para dar testimonio de Él con alegría en todos los ambientes". Eso es la alegría de ser cristianos. Alegría que viene de ese encuentro personal con Él, y que nos facilitará esa labor evangelizadora que tenemos encomendada.
Sabemos que no es una tarea fácil. ¿Cuándo lo ha sido? Sabemos que somos sembradores, pero que seguramente no recojamos directamente los frutos. ¡Pero qué alegría el poder compartir con otros la alegría de ser cristianos!
Aquí no puedo dejar de referirme al mensaje del Santo Padre en la 45º Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, cuando nos invitaba a todos los cristianos a unirnos con confianza y creatividad responsables a las redes sociales, no simplemente para satisfacer el deseo de estar presentes, sino porque es parte integrante de la vida. Y ahí se dirigía especialmente a nosotros, los jóvenes, invitándonos a hacer un buen uso de ellas como medio de apostolado. Y es que Espíritu JMJ nace de ahí, de las redes sociales y de esta llamada a la Evangelización.
Araceli Calvo
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