Otro domingo más en la Parroquia de la Concepción, el grupo de jóvenes que allí comenzamos, y a los que se nos unieron Elena, Almudena, Pilar, María, Belén y Luis; nos volvimos a reunir, de nuevo en la azotea de la casa parroquial, a la vera de las campanas que en un momento de la noche se escucharon recordándome lo mucho que me gusta oírlas.
Don Antonio nos tenía preparado para esta vez, su experiencia y reflexión sobre el Discurso de Benedicto XVI en su encuentro con profesores universitarios, que se dio lugar el viernes 19 de agosto en la Basílica de San Lorenzo de El Escorial. Comienza la reflexión haciendo referencia a lo que nos decía en su día en la encíclica Fides et Ratio, Juan Pablo II, "La fe y la razón son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad", no debemos descuidar ninguna para no caer, pues ambas son apoyos en la búsqueda de la verdad. Como bien Don Antonio nos explicaba, la lógica tiene argumentos para sustentar la fe, pero luego es la fe, la que nos termina de completar. Pero nos recordaba que no debemos caer en la tentación del sentimentalismo barato, es decir, hay que diferenciar entre la fe ciega, la fe del milagrito barato, nos ponía como ejemplo la devoción que se tiene a la figura de San Judas Tadeo (patrón de las causas imposibles) en la Iglesia de San Antonio Abad, pero a esa figura pequeña y gastada, que según los devotos, es la que hace los milagros (a colación me recuerda el día que nos explicaba que las imágenes son un vehículo para orar a Dios), y lo compara con la fe cristiana, que es aquella que nos ha concedido el Señor, y porque cuando se deja de creer en Dios, se comienza a creer en todo, incluso en pequeñas tallas de madera.
Debemos procurar buscar la verdad, y Benedicto nos lo recuerda a través de su experiencia como profesor en la Universidad de Bonn, tras la guerra, aún con las heridas, y que todo se suplía con ilusión, por una actividad apasionante como es la enseñanza. Hace hincapié en que la universidad que vivió por entonces, llena de inquietudes y buscando la verdad, por parte de alumnos y profesores: Esa “universitas”, que por cierto fue un invento cristiano, y que citando a un rey tan castizo (y tan sevillano) como Alfonso X El Sabio define como ese “ayuntamiento de maestros y escolares con voluntad y entendimiento de aprender los saberes” (Siete Partidas, partida II, tit. XXXI).
Se nos plantea la pregunta de dónde encontrarán los jóvenes de hoy en día, los puntos de referencia para poder buscar esa verdad de la que tanto se habla, si vivimos en una sociedad quebradiza e inestable. Quizás nos dice Don Antonio en la ciencia; pero, la ciencia más que un apoyo a la fe, parece una arma de doble filo que se utiliza para intentar arrebatárnosla, esa ciencia de la que se abusa hoy en día hasta límites insospechados, pero que al fin y al cabo se queda en la superficie, pues como bien recordó Antonio, y yo, me acordaba de una catequista que tuve en el colegio, cuando explicaba que la ciencia lo razona y explica todo, hasta que se encuentra algo inexplicable como es el momento del nacimiento de la vida, y es entonces cuando entra la mano de Dios, y entendemos lo que es la fe. En la búsqueda de la verdad, juegan un papel principal los maestros y profesores, que deben cimentar esa fe en Cristo, porque no solo deben formar a los jóvenes de hoy en día sino también deben acompañarlos en esa búsqueda, ya que un maestro no es solo el que enseña sino el que quiere aprender mientras enseña a su alumno.
Don Antonio nos recordaba además que el católico no tiene miedo de indagar y de aprender, de querer saber, es decir de querer dar movimiento a esas dos alas de las que nos hablaba Juan Pablo II al comienzo.
Benedicto XVI también hace referencia a la universidad de la calle, la universidad de la experiencia, los maestros son un pilar fundamental en la formación de los jóvenes, pide que se les escuche, que son importante, pero para que se les pueda escuchar deben estar formados y cimentados, firmes en la fe, y es ahí donde juegan un papel muy importante los profesores, que deben caminar unidos a ellos es la búsqueda de la verdad.
Para terminar, su santidad el Papa nos habla de tener en cuenta dos puntos, por un lado, el camino hacia la verdad completa, compromete al ser humano por entero: es un camino de amor y de inteligencia, de razón y de fe. En segundo lugar, tenemos que ser conscientes de que la verdad misma siempre va a estar mas alla de nuestro alcance, podemos buscarla y hallarla, pero no poseerla de todo, ya que es ella la que nos posee a nosotros. Dejando de un lado la fe inmadura, y dando paso a una fe que nos compromete para toda la vida, Don Antonio nos recuerda, que la verdad es un continuo camino de búsqueda hasta que nos encontramos en medio del camino con ella.
Entre los comentarios que surgieron, no fueron muchos, pero dieron en alguno de los puntos que estábamos estudiando, entre ellos, Jose Manuel hizo referencia como debemos argumentar cuando discutimos, Cayetana, habló de que estamos viviendo en una sociedad en la que se basa en el “todo vale”, una sociedad donde el fin sí que justifica los medios. También comentamos que es bueno hacerse autocritica sobre los errores que ha cometido la iglesia, para no tener miedo a evolucionar hacia una mejor institución.
Para finalizar la reunión Don Antonio, nos recordó que vivimos en u tiempo en el que puede aunque no lo parezca, puede ser muy fácil ser cristianos auténticos, tal cuales aquellos se reunían a principio de los tiempos, y debemos congratularnos de ello, por habernos tocado a nosotros que somos los jóvenes de nuestra era. Al final, todo se resume en una sola frase de San Agustín de Hipona: “Credo ut Intellegam Intellego ut Credam” (Creo para entender, y entiendo para creer)
Paula Cortines
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