2013 se acabó. Y como en todo
lo que es de verdad, es bueno examinarse con el corazón. Al mirar al año que se
va, es bueno aprender de los errores y fallos, continuar lo que está en marcha
con entusiasmo, agradecer lo bueno como un regalo, seguir luchando sin
desfallecer y sin perder la ilusión por una crisis económica que ha dejado a
tantos en la cuneta. Un año difícil, de renuncias y elecciones, de alegrías y
fracasos, de muchas familias sin poder llegar a fin de mes, desahuciados por un
sistema en el que no ha habido más culpables que la gente de pie.
Al acabarse un año más, cómo
no mirar al que llega con esperanza cierta y con la decisión de que por nuestra
parte no quede, como decía siempre el filósofo Julián Marías. Hoy brindaremos
por los buenos amigos, los buenos momentos, lo aprendido, lo pendiente, lo
buscado, lo que queda por hacer, las metas y los anhelos más auténticos, los
retos que se vislumbran. Por las cosas que de veras nos mueven, los sueños por
cumplir, las preguntas que nos inquietan y la fragilidad que nos hace tan
humanos. Y ayer, hoy, y siempre será con Dios, que nos sigue regalando el don
maravilloso de la vida y de la fe. De su mano, lo bueno como un regalo, lo malo
como una prueba para aprender y los esfuerzos para ser mejores cada día.
Y comenzamos un nuevo año de
la mano de la Virgen, a la que cobijamos en este nuevo año, en este primer día
que dedicamos a Ella. Por eso, decía el Beato Juan Pablo II en este año nuevo
Santo:
"La Iglesia, confortada por la presencia de Cristo (cf. Mt 28,20), camina en el tiempo hacia la consumación de los siglos y va al encuentro del Señor que llega. Pero en este camino -deseo destacarlo enseguida- procede recorriendo de nuevo el itinerario realizado por la Virgen María, que avanzó en la peregrinación de la fe" (Redemptoris Mater, 2).
Una niña de Carrión de los
Céspedes (Sevilla), de madre almonteña, me dijo hace tiempo una preciosa
oración que me encandiló en su comienzo: "La Marisma la guarda un
Pastorcito..." ¡Ojalá Él, bendito Señor de nuestras vidas, y su Madre, la
Virgen del Rocío, nos sigan cobijando en sus Corazones y pendientes de nuestras
cosas no nos suelten de la mano!
¡FELIZ AÑO NUEVO 2014!
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