viernes, 16 de diciembre de 2011

Crónica: Discursos de Benedicto XVI Fundación Instituto San José



Retomando los discursos de Benedicto XVI en los distintos actos de las JMJ, el pasado domingo  reflexionamos sobre las palabras del Papa ante  los discapacitados de la Fundación Instituto San José.

La tarde del mismo día de la vigilia de oración con los jóvenes, Benedicto XVI acudió a la Fundación Instituto San José, dónde se prestan cuidados a personas ancianas o con distintos problemas de salud  y/o discapacidades. A pesar de lo apretado de su agenda, y del previsible esfuerzo que supondría la vigilia posterior, el Papa, con sus 84 años, no quiso faltar a una cita con algunos de los predilectos del Señor.
La sociedad actual trata de esconder el sufrimiento  y  la enfermedad. Paradójicamente, de esta forma, genera una cultura de muerte y de crueldad  hacia lo que es propio e inherente al hombre desde que cometió el pecado original, la imperfección,” Una sociedad que no logra aceptar a los que sufren y no es capaz de contribuir mediante la compasión a que el sufrimiento sea compartido y sobrellevado también interiormente, es una sociedad cruel e inhumana” (Benedicto XVI, Encíclica Spe salvi, 38).
 Frente a esta postura autodestructiva, el Papa nos llama a edificar la civilización del amor, a mirar a los que sufren con ojos nuevos, reconociendo en ellos a Cristo doliente y necesitado, escuchando las palabras del evangelio ”Cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis” (Mt 25, 40).

El verdadero cristiano descubre y reconoce, ante todo, la dignidad de cada vida humana, desde el momento de la concepción hasta la muerte. Génesis 1:27” Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.”. Es aquí donde radica  el valor de la vida, anulando el establecimiento de categorías de personas en función de lo “útiles” que sean.
Esta impronta divina no se pierde por el hecho de envejecer, o nacer con alguna enfermedad, y es esta esencia común la que nos hace ser igualmente valiosos sean cuales sean nuestras características personales.
La existencia de personas discapacitadas ayuda a enternecer nuestro corazón, y gracias a ellos, reconocemos lo que realmente importa, y lo hermosa y poderosa que es la fuerza del amor. Como le sucedió a Pablo, un joven que no pudo acudir a las jornadas personalmente y redescubrió su fé al seguir por un tweet el testimonio de Antonio, un chico sordo de nacimiento, estudiante de arquitectura, que le dio un ejemplo de superación, esfuerzo e ilusión. ( Alfa y Omega > Nº 758 / 03-XI-2011 > Testimonio .El tweet que me cambió la vida]

El Papa nos recordó también en este discurso el sentido del sufrimiento. El dolor no es deseable, el mismo Cristo en el huerto de los olivos reza a su Padre: si es posible pase de mi este Cáliz, pero hágase Tu voluntad y no la mía.
En la Pasión, el Señor y María nos enseñan a cambiar el modo de enfrentar el sufrimiento inevitablemente presente en esta vida, para nuestro bien y la salvación del mundo.

Hoy en día el cristianismo genera nuevamente una revolución ideológica, semejante a la que Cristo provocó al incluir a las mujeres entre sus discípulos, o al poner a los niños(los últimos en la escala social de su época) como ejemplo para entrar en el Reino de Dios. Nuevamente los cristianos debemos demostrar valentía y defender la vida y su valor ante nuestra sociedad, anestesiada  frente al genocidio  del aborto y el abandono de los mayores.
 Y ¿cómo seremos capaces de ésto? Mediante el encuentro personal con Cristo que nos fortalece y nos ayuda a descubrir su rostro en quien padece, como le ocurría a la Madre Teresa de Calcuta, impulsándola  a acompañar a los pobres entre los pobres en el momento de su muerte, proporcionándoles una verdadera muerte digna.

 Que María nos ayude en esta tarea de construcción de la civilización del amor.

Cayetana López-Ladrón García de la Borbolla.

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