La
Devoción al Corazón de Jesús se concreta en el
Corazón de Dios; no es una devoción a
una imagen, como la que le puede tener mi madre por ejemplo a cierta Virgen de
mi pueblo; sino que es una Devoción que
se centra en el núcleo de nuestra Fe: todo lo que Dios nos ama con su Corazón,
con sus sentimientos y todo lo que nosotros, por tanto, le debemos amar. Jesús
tiene un Corazón que ama sin medida.
Y tanto nos ama, que sufre cuando su inmenso amor no
es correspondido.
Es recomendable tener en casa o en el trabajo una
imagen del Sagrado Corazón de Jesús, que nos ayude a recordar su gran amor y, a
imitarlo durante todo el año.
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ORIGEN
DE LA DEVOCIÓN
Santa
Margarita María de Alacoque era una religiosa de la Orden de la Visitación de Paray-le-Monial.
Tenía un gran amor por Jesús. Y Jesús tuvo un amor especial por ella.
Se
le apareció en varias ocasiones para decirle lo mucho que la amaba a ella y a
todos los hombres y lo mucho que le dolía a su Corazón que los hombres se
alejaran de Él por el pecado.
Durante
estas visitas a su alma, Jesús le pidió que nos enseñara a quererlo más, a
tenerle devoción, a rezar y, sobre todo, a tener un buen comportamiento para
que su Corazón no sufra más con nuestros pecados.
Santa
Margarita era una religiosa sencilla y humilde. Era una monja que jamás hizo
público nada, de hecho las propias monjas de su comunidad no sabían de las
apariciones que tenía del Señor.
Palabras del Señor a Santa Margarita: “He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres, y en cambio, de
la mayor parte de los hombres no recibe nada más que ingratitud, irreverencia y
desprecio, en este sacramento de amor”.
Con
estas palabras Nuestro Señor mismo es quién nos dice en qué consiste la
devoción a su Sagrado Corazón… La devoción en sí está dirigida a la persona de
Nuestro Señor Jesucristo y a su amor no correspondido, representado por su
Corazón. Son, pues, dos los actos esenciales de esta devoción: amor y
reparación. Amor, por lo mucho que Él nos ama; Reparación y Desagravio, por
las muchas injurias que recibe, sobre todo en la Sagrada Eucaristía.
El pecado nos aleja de Jesús y esto lo entristece porque Él quiere que todos
lleguemos al Cielo con Él.
A
veces se nos olvida que hay mucha gente que no quiere a Dios, que lo ofende,
incluso que lo rechaza. Todos los pecados de injusticia, maltratos, pobreza,….
Todo esto ofende a Dios y El Señor sufre por ello. Por eso tenemos que reparar
por nuestros pecados y los del mundo entero.
El
ángel en las apariciones en Fátima les enseñó a los pastorcitos la siguiente
Oración de Reparación:
“Dios Mío, yo creo,
adoro, espero y os amo
Y os pido perdón por
los que no creen, no adoran, no esperan y no os aman.”
El
Señor quiso con estas apariciones mostrarnos su humanidad. A veces tendemos a
ver la Divinidad
de Dios, pero no nos creemos su humanidad. Por esto, esta devoción es muy
bonita porque nos muestra que Dios es todo Corazón. Que Dios ha tenido un
Corazón humano como el nuestro, que latía y que late resucitado.
Gracias
a que Dios se hizo hombre, tiene un corazón de hombre resucitado. Un Corazón de
hombre que al mismo tiempo es Dios. Es muy bonito pensar que Dios tiene siempre
los mismos sentimientos que yo ante el dolor, ante los problemas, y también se
alegra ante las cosas buenas,… Por eso es una devoción muy esencial en nuestra
vida de cristianos, porque trata de Corazón a corazón. Nos hace ver que Dios no
es un Dios lejano.
Cuando
alguien cercano a nosotros tiene dudas de fe, momentos de alejamiento del Señor
por determinadas circunstancias, si le entramos por el Corazón es más fácil que
esta persona entienda y vuelva al Señor; ya que la mayoría de estas crisis de
fe, son crisis de imágenes de Dios: de un Dios que no me cuida, un Dios que me
ha quitado el novio o novia, un Dios que me ha mandado una enfermedad, que no
me cuida ni se preocupa de mí…, son imágenes que nos vamos creando de un Dios
que es falso. Y cuando nos acercamos y entendemos el misterio de su Corazón
cercano se nos caen todas esas imágenes de Dios y encontramos un Dios humilde,
sencillo y que nos ama.
Esta
es la Devoción
grande y esencial de nuestra vida de cristianos que es recomendable que vivamos
y que no nos pide nada especial por nuestra parte, sólo imitar el Corazón de
Jesús que tanto nos ama y que incluso ha llegado a dar su vida por nosotros en la Cruz.
Nosotros
podemos demostrar nuestro amor al Sagrado Corazón de Jesús con nuestras obras:
en esto precisamente consiste la devoción al Sagrado Corazón de Jesús.
OFRECIMIENTO DIARIO AL
CORAZÓN DE JESÚS
Ven Espíritu Santo, inflama
nuestros corazones en las ansias redentoras del corazón de Cristo. Para que
ofrezcamos de veras nuestras personas y obras, en unión con Él por la redención
del mundo.
Señor mío y Dios mío Jesucristo,
por el corazón Inmaculado de María me consagro a tu Corazón y me ofrezco contigo
al Padre en tu Santo sacrificio del altar con mi oración y mi trabajo,
sufrimientos y alegrías de hoy, en
reparación de nuestros pecados y para que venga a nosotros tu Reino.
Te pido en especial:
Por el Papa y sus intenciones
Por nuestro Obispo y sus
intenciones
Por nuestro Párroco y sus
intenciones
CANCIÓN: HAY UN CORAZÓN QUE LATE
Hay un Corazón que late,
que palpita en el Sagrario,
un Corazón solitario, que se alimenta de amor.
Es un Corazón paciente, es un Corazón amigo,
y camina en el olvido el Corazón de tu Dios.
Es un Corazón que ama,
un Corazón que perdona,
que te conoce y que toma, de tu vida lo peor
que comenzó esta tarea, una tarde en el Calvario
y que ahora desde el Sagrario
tan solo quiere tu amor.
DECID A TODOS QUE VENGAN A LA FUENTE DE LA VIDA
QUE HAY UNA HISTORIA ESCONDIDA, DENTRO DE ESE
CORAZÓN.
DECIDLES QUE HAY ESPERANZA, QUE TODO TIENE UN
SENTIDO
QUE JESUCRISTO ESTÁ VIVO, DECIDLES QUE
EXISTE DIOS.
Es el Corazón que llora en la
casa de Betania
el Corazón que acompaña, a los
dos de Emaús,
Es el Corazón que al joven rico
amó con la mirada,
el que a Pedro perdonaba
después de la negación.
Es el Corazón que lucha
en el Huerto de los Olivos,
que amando a sus enemigos hizo
creer al ladrón.
Es el Corazón que salva
con su fe a quien se le acerca,
que mostró su herida abierta
al apóstol que dudó